Piedra Como Tú

Otro lugar lleno de piedras

XXII (Soneto cercenado)

Ya sabes, me presento, soy tu espejo,

el anillo voraz, la última duda,

el silencio que abraza tu alma muda

cuando vislumbras el último reflejo.

 

Soy ese tú que te hace ser más viejo

y deforma en la sombra tu figura;

aquel eco terrible que perdura

en el lado maldito del espejo.

XXI (haiku)

Hay algo triste en todo esto

algo que queda suspendido

en el aire o la tierra.

XX

siempre, siempre: jardín de mi agonía,

tu cuerpo fugitivo para siempre,

la sangre de tus venas en mi boca,

tu boca ya sin luz para mi muerte.

Federico García Lorca

 

Alza el cobre lunar bajo la sombra

un dibujo de espigas en la arena,

sangre en la boca, toda tierra y sal,

noche derramada, profunda y negra.

 

Más allá de la luz, mucho más lejos,

más allá de los brazos y las piernas

profundidad de todo, más allá

es la noche tu noche si no cesa.

 

Profunda y honda sombra tu silencio

toma cuerpo de sílaba, se adentra,

la sangre arrebolada entre los dientes,

pronuncia el alma cálida y certera.

 

Aquí descansa el trigo y los deseos

con su bronce perlado en la cadera,

un abismo de verbos hecho carne

y obsidiana mortal de largas trenzas.

XIX

Un tiempo eterno y breve,
silencio, sonoro y hondo sentido,
ese respirar leve
ahora dividido,
segundo que no cede ante el olvido.

XVIII

A Sandra

 

Piedra de arena y sal

piedra blanca y pequeña,

grano a grano tu cuerpo

se deshace en la arena.

Allá dejaré el sueño

de la sombra en la tierra,

allá tus manos blancas

y el fulgor de la piedra.

Ahora cuando sueñes

soñarás que otros sueñan

soñarás con el tiempo

del reloj y la estrella

Tu recuerdo en la boca

acude mientras ruedas,

será el último verso

tendido en la vereda.

Cuerpo de nombre griego

de quietud que no cesa,

de hambre terrible, de carne

alumbrando la tierra.

XVII (nana)

Tienes una noche oscura

una noche oscura y negra

llena de pequeñas rosas

pequeñas rosas de arena.

Viste la noche la luna

la noche la luna entera

llena de fragancias blancas

fragancias blancas de tierra.

Hoy cantas con un silencio

con un silencio de esferas

Y hundes tu cuerpo tan hondo

tan hondo como se sueña.

Ya vendrá tu grito al mundo

A temblar con las estrellas.

XVI

Tu destino está en los demás

tu futuro es tu propia vida

tu dignidad es la de todos.

José Agustín Goytisolo.

A Gabriel. 

 

Deberás ser paciente

entiende que los hombres,

y también las mujeres,

son frágiles y suelen

sentirse amenazados.

 

Piden, continuamente,

amor y libertad,

sin saber qué demonios

significa todo eso

o si pueden pagarlo.

 

Los verás observando

páginas amarillas

llenas de nombres muertos

recordando una vida

que no les pertenece.

 

No seas impaciente,

muéstrate siempre firme:

tus manos serán suyas,

si he de enseñarte bien,

y tuyo su silencio.

 

Y piensa que el camino

es largo y no estás solo,

habrá, después de todo,

amor y libertad,

aunque les pongan precio.

XV

El aire pobre se escarcha

Al llegar a los cristales,

Crece en escamados brillos

En un liquen plateado

Cerrado por la humedad,

Con su miseria en los hombros

La tragedia se fecunda

En ese ángulo de espejos,

Su nombre se resquebraja

Bajo el peso de la boca.

Hace frío y es invierno.

XIV (haiku)

Salió sin decir nada, por la puerta

en silencio, la vida entre los dientes.

Nos dejó ardiendo el pecho y la cabeza.

XIII

Soy recto, sano y pulcro, bueno y justo,

medido, no violento ni cobarde,

muy regular, yo siempre llego tarde,

más y, pese a lo impropio, no me asusto.

 

Sin barba, tengo al fin, un gesto adusto,

y, siendo responsable, no hago alarde

cuando la llama enciende y mi cuerpo arde,

no digan que no soy hombre de gusto.

 

Pude ser el más alto y quedé suspenso,

pude nacer en libra y fui pasado,

pude ser un ser solamente extenso.

 

Mas quedó lo que veis aquí grabado,

este sueño, excéntrico y propenso

a escribir y gritar que no ha olvidado.