siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.
Federico García Lorca
Alza el cobre lunar bajo la sombra
un dibujo de espigas en la arena,
sangre en la boca, toda tierra y sal,
noche derramada, profunda y negra.
Más allá de la luz, mucho más lejos,
más allá de los brazos y las piernas
profundidad de todo, más allá
es la noche tu noche si no cesa.
Profunda y honda sombra tu silencio
toma cuerpo de sílaba, se adentra,
la sangre arrebolada entre los dientes,
pronuncia el alma cálida y certera.
Aquí descansa el trigo y los deseos
con su bronce perlado en la cadera,
un abismo de verbos hecho carne
y obsidiana mortal de largas trenzas.